Las trompeta sonó acompañada de un coro de violines tocado por ángeles.
El sonido era tan dulce que le transporto a un mundo nuevo en el que la felicidad era lo único que existía.
De repente el sonido de la música paro y apareció en la sala de un juzgado en el que una multitud de personas estaban sentadas en los bancos. No conocía a nadie pero las miradas iracundas se centraban en el.
De repente el juez dijo que las muertes que había provocado eran tantas que no había lugar a defensa. Tenia que ir al infierno.
No entendía la situación. No había hecho nada malo. Solo se había dedicado a vender hospitales y cerrar colegios.