Desde el umbral, los monstruos asoman sus zarpas con el objetivo de desgarrar mi carne y acabar con mi vida.
Rapidamente sello la entrada con ruda para que las amenazas no puedan entrar en mi recinto.
Oigo alaridos que hacen que mi corazón salga del pecho y me provoque la necesidad de huir pero me mantengo firme por si mi defensa se rompe.
Después de un momento los rugidos cesan haciendo que mi corazón vuelva a su lugar por la muerte de los monstruos del soportal.