El cirujano convenció a Sandra de realizarse la operación para conseguir ser perfectamente bella. Le dijo que una cara bonita la llevaria a cualquier parte.
Pero la realidad es que la belleza perfecta solo le llevó a ser una ermitaña. La razón era que todas las personas de la ciudad querían algo con ella, para bien o para mal.
Al final descrubio que lo mejor para vivir feliz es la personalidad y la fuerza interior.
Pero su decisión no tenía marcha atrás y sufría por ello metida en una carcel que otros llamaban hogar.