El guardián de la puerta dejo pasar al médico porque su poder era necesario.
Aunque el médico consideraba que usar su poder para la muerte era sacrilegio, no podía desobedecer.
El Dios sordo había amaezados a todo y todos los que amaba.
Mientras caminaba pensaba que en otro tiempos el uso de su poder era una bendición para la humanidad porque la libro del mal. Pero ahora solo servia para destruir la belleza más profunda que se había convertido en algo macabro para el Dios sordo.
Cuando vio al humano que tenía que aniquilar y vio su belleza digna, el medico se quedo hipnotizado. Pero el sopor duro poco.
El Dios sordo le recordó lo que iba a perder si desobedecía.
Volvió en sí y desató el poder arcano, entre lágrimas, contra la persona que tenía delante, convirtiendo en polvo la belleza digna que podía liberar al mundo.