El jardinero miraba, desde lejos, a la costurera con curiosidad. Era una mujer enigmática que no dejaba que nadie se le acercase.
Un día logró romper esa barrera y el embrujo de sus ojos le hechizo entrando con su magia en una red misteriosa.
Una red revolucionaria que luchaba contra la opresión del Dios sordo.