Cuando entendí que el monstruo de debajo de mi cama era un buen tipo fue demasiado tarde. Le hice tantos desprecios que desapareció buscando otra niña que le comprendiera y quisiera compartir con el aventuras.
En ese momento entendí qué no hay que tener miedo a los diferentes por que puedes , por desconfianza, perder grandes momentos de diversión.